Declaración de Stavanger sobre el Futuro de la Lectura

declaracion de stavangerEvolution of Reading in the Age of Digitisation (Evolución de la Lectura en la Era de la Digitalización) es el proyecto que entre 2014 y 2018 reunió a casi 200 académicos y científicos de toda Europa en el tema de la lectura, la edición de textos y la alfabetización. La finalidad de este proyecto fue conocer el impacto que la digitalización está teniendo en el acto de leer. De igual manera, el 3 y 4 de octubre de 2018 los académicos y científicos que participaron en dicho proyecto se reunieron en Stavanger, Noruega, para discutir los resultados y hallazgos de estos cuatro años de investigación. La Declaración de Stavanger sobre el futuro de la lectura es el resultado de estos cuatro años de investigación y los dos días del encuentro. 

Una declaración por demás interesante que pone en su justo lugar a la lectura en los distintos formatos al afirmar que cada una de ellas tiene sus propios procesamientos, es decir, no hay un mejor formato para leer y por ello es importante aprovechar las ventajas de cada soporte. 

A pesar de ello, es un documento al que, sin duda, debemos leer y analizar muy detenidamente pues, aunque no somos ni investigadores, ni académicos, algo tendremos que decir los que nos hemos dedicado al tema de la lectura, como las y los bibliotecarios o los docentes y mediadores. 

Por ejemplo, de acuerdo con esta declaración, la lectura en papel sigue siendo la preferida para la lectura de textos largos y favorece “…logros cognitivos como la concentración, el desarrollo del vocabulario o la memoria”. Quizá están olvidando que la lectura en pantalla no sólo se trata de textos planos que se visualizan a través de las pantallas, existen también otros formatos como el audiolibro a los que la gente dedica varias horas de lectura y, quizá por ello, es un formato que aunque no es nuevo, es precisamente gracias a las pantallas que está viviendo un segundo boom.

Por otro lado, como lo señalan en PublishNews, la investigación se centró especialmente en niños y jóvenes. Sin embargo, grupos de lectores específicos, como es el caso de adultos mayores (que están volviendo a la lectura gracias a que las pantallas permiten cambiar brillo y color, y cambiar y agrandar fuentes) o lectores con discapacidad (de los que ya se habló en este post, también en este post y este otro) quizá tienen un procesamiento de lectura en pantalla totalmente distinto que nada tiene que ver con la fragmentación y que, por el contrario, es más concentrado y profundo precisamente gracias a las pantallas. 

Al final de la Declaración de Stavanger se elaboran algunas preguntas para la investigación futura. Dos de ellas llaman especialmente mi atención y, si bien no pretendo responderlas, me dan para  algunas reflexiones:

¿Se está transfiriendo a la lectura en papel la tendencia de la lectura en pantalla hacia una actividad más fragmentada y que implica menos concentración y un procesamiento más superficial?

Vuelvo aquí a pensar en ciertos formatos como el audiolibro, al que la gente dedica mucho tiempo de lectura. Por otro lado, si damos por hecho que la lectura en pantalla es efectivamente una actividad fragmentada, toca entonces preguntar ¿por qué los editores insisten en publicar la versión electrónica de novelas largas si los lectores no las leerán completas? ¿no las están leyendo completas? Volvamos también a ciertos grupos de lectores que ya mencionaba en párrafos anteriores. 

– ¿Es posible que el exceso de confianza en nuestras habilidades de lectura digital esté amplificando la capacidad de influencia de las noticias falsas y aumentando nuestros sesgos y prejuicios?

La influencia de las noticias falsas, el aumento de nuestros sesgos y prejuicios nada tienen que ver con la confianza en nuestras habilidades de lectura digital, sino con la falta de pensamiento crítico; un tema que cada vez se trata menos en las instituciones responsables de hacerlo. Las noticias falsas existían y se creían antes, bastaba con que las dijera un libro (porque recordemos que aunque esté en un libro no es necesariamente cierto) o en la televisión para que fueran ciertas. Hemos llevado el “lo leí en un libro” o “lo vi en la tele” a “lo leí en internet”. 

Resultará muy interesante leer y analizar el estudio completo, y quizá me equivoque pero a este “sumario” le hace falta una mayor diversidad de formatos y tambien una mayor diversidad de lectores. 

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