¿El libro amenaza al libro?

¿El libro amenaza al libro?

Imagen Vía: Cobertura digitaluvejota.com

Cuando comenzó la escritura a cobrar fuerza en las civilizaciones antiguas, grandes pensadores como Sócrates (470-399 a.C.) defendían a capa y espada la oralidad, que era la forma tradicional en la que se transmitía el conocimiento en ese entonces; Sócrates estaba en contra de la escritura y pensaba que ésta era una forma de entorpecer el pensamiento desarrollado durante una discusión y el diálogo; de hecho, a diferencia de sus contemporáneos como Aristóteles (384-322 a.C.) o Platón (427-347 a.C), Sócrates nunca escribió ningún tratado en la creencia de que la gente debía desarrollar sus propias ideas y transmitirlas de forma oral. Se puede decir que por aquella época el libro o, mejor dicho, los rollos de papiro, amenazaban al pensamiento y la transmisión del conocimiento.

Varios siglos más tarde, por allá del 1450, el libro vive una nueva revolución gracias a la llegada de la imprenta de Gutenberg; esta vez tocó a los amanuenses sentirse amenazados ante esta tecnología y proclamar la desaparición del libro, frente a otro libro que no tenía la calidad ni el cuidado con el que ellos copiaban sus libros. Contra todo pronóstico, una vez más la historia demostró que los hacedores artesanales de libros estaban equivocados y, aunque este oficio desafortunadamente desapareció frente a la imprenta que permitía más libros impresos de los que podía elaborar un copista en toda su vida, el libro permaneció en pie e incluso fue gracias a la imprenta que éste salió de los monasterios y comenzó a llegar a otras personas.

Tuvieron que pasar 5 siglos más para que el libro viviera una revolución tan grande como la vivida con la imprenta. Me refiero a la llegada del libro electrónico o e-book y con él, los viejos temores sobre su desaparición. Muchos aseguran que los libros impresos desaparecerán víctimas del libro electrónico, mientras que otros argumentan que no se puede hablar de “libro” propiamente dicho cuando existe una pantalla de por medio y no las tradicionales páginas unidas por un bonito lomo. Ambas posturas, creo yo, demuestran sólo falta de conocimiento en lo que al libro y a la lectura se refiere, ya que ni sólo se leen libros y el libro no es sólo un montón de hojas impresas y encuadernadas.

Esto demuestra también dos cosas de las que ya he hablado en otras ocasiones: 1) que el ser humano es reacio al cambio, sea cual sea y aunque traiga beneficios, por lo que es normal sentirse siempre amenazados, y 2) que las editoriales no entienden ni quieren entender cómo se mueve hoy en día el libro y los lectores y prefieren hablar de los contras que este nuevo formato o cualquier otro traiga.

Si no me creen, quizá valga la pena leer el post titulado How Paperbacks Transformed the Way Americans Read, donde se habla de una pequeña revolución del libro sucedida entre el periodo de la imprenta y el del libro impreso y que fue vista por la industria editorial como un peligro. Durante la primera mitad del siglo pasado, alrededor de 1939 un nuevo tipo de edición irrumpió en el mercado amenazando no al libro, sino a la industria de los que hacen los libros y su modelo de negocio, me refiero a la Edición Rústica.

La Edición Rústica, conocida también como Edición de Bolsillo, es una edición más pequeña donde se utiliza papel más barato y dónde las tapas de la encuadernación son de cartón –razón por la que también recibe el nombre de Edición de Tapa Blanda–. Por ende, esta edición es siempre más económica y suele ser posterior a la de tapa dura. Aunque la Edición de Bolsillo data realmente de 1931 y comienza en Europa, fue hasta 1939 cuando alcanzó un éxito inesperado en Estados Unidos (y después al resto del mundo) gracias al visionario Robert de Graff, quien estuvo a cargo del primer tiraje de libros en edición rústica en aquel país.

Como se explica en el post, este tipo de edición puso los pelos de punta a la industria editorial, pues creían que ante la posibilidad de comprar un libro más barato, los lectores optarían por la edición de bolsillo y poco a poco iría desapareciendo la edición en tapa dura. ¿Y qué creen? que una vez más la historia demostró lo equivocada que estaba la industria y el desconocimiento de su mercado: los primeros libros en edición rústica se vendieron en 25 centavos y en tan sólo una semana ya se había agotado el tiraje inicial de 100,000 ejemplares.

Y vamos, que a la fecha no han desaparecido los libros en tapa dura, tampoco el libro en edición rústica y mucho menos el libro. El libro vino para quedarse y prueba de ello son los más de 7000 años de existencia de éste, ya sea en forma de tableta de arcilla, de rollo de papiro, de manuscrito, de libro impreso en tapa dura o rústica, de libro interactivo, pop-up o electrónico. Así que la próxima vez que alguien les hable de la desaparición del libro, piénsenlo dos veces antes de darle crédito a esa aseveración.

Visto en: TeleRead

2 Responses to “¿El libro amenaza al libro?”
  1. Regina agosto 17, 2012
  2. Teresita agosto 24, 2012

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