Del 10 al 13 de septiembre se estuvo llevando a cabo en el Museo Nacional de Antropología e Historial el 3er Simposio Internacional sobre Libro Electrónico, que en esta edición llevó por lema “La cadena del libro en el mundo digital“. Con una agenda por demás interesante con conferencias magistrales, mesas redondas y talleres, todos ellos enfocados a tratar el tema del libro electrónico desde los distintos puntos de vista de todos los involucrados en esta cadena, entiéndase libreros, escritores, editores, distribuidores, bibliotecarios y los mismos lectores. Cabe resaltar también el gran interés que generó dicho evento que, según datos ofrecidos por Ricardo Cayuela, titular de la Dirección General de Publicaciones del Conaculta, fue seguido vía streaming por aproximadamente 12 mil personas de Brasil, España, México, Perú y Uruguay, además de los más de mil asistentes a auditorio Jaime Torres Bodet, donde se llevó a cabo el evento, y las cerca de 16 mil cuentas que mencionaron el evento en Twitter.
Varios temas importantes de este evento: las mesas redondas conjuntas “Contratar y producir libros electrónicos” y “Comercializar y distribuir libros electrónicos” se tocaron temas por demás interesantes, destacó la participación de Manuel Dávila, Gerente de Contenidos Digitales en Librerías Gandhi, quien en una frase célebre resumió lo que muchos esperamos con el libro electrónico: “no fastidiemos al lector” con DRM, con plataformas, formatos y trabas que dificultan todavía más el acceso a estos recursos.
Por su parte el sociólogo y antropólogo, Roger Bartra, en la conferencia inaugural, definió al libro electrónico como una prótesis que aún no ha alcanzado su máximo desarrollo y que “…estamos contemplando los primeros balbuceos de un artilugio que sin duda se desarrollará extraordinariamente y adquirirá formas más sofisticadas, prácticas y amables.” amable, es seguramente la palabra por la que todos abogamos, sin importar cuál sea nuestra trinchera, cuando hablamos del libro electrónico.
Aunque la nostalgia y el fantasma del olor al libro todavía estuvieron a ratos presentes, en definitiva esta edición ha tenido una visión más variada de lo que ocurre en el universo del libro electrónico; algunos tuvieron que partir de la nostalgia del impreso para poder aterrizar las ventajas y grandes retos que nos representa el libro electrónico, como fue el caso del narrador y ensayista, Mauricio Montiel en la mesa redonda “Escritores en plataformas digitales“, quien nos habló de su experiencia con la cuenta en twitter El Hombre de Tweed, cuyo personaje, a ratos, ha robado protagonismo al mismo escritor. En esta mesa, el acuerdo general fue que cambian las herramientas y quizá la forma de contar las historias, pero nunca el interés del ser humano por escucharlas y/o leerlas en el formato que se encuentren.
Un gusto que el Simposio retomara a las Bibliotecas (ausente en la edición pasada) como una parte imprescindible en la cadena del libro electrónico. En la mesa redonda “Disponibilidad de libros y aplicaciones digitales en bibliotecas” en la que participaron el director de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Jesús Pradells; el filósofo, humanista digital y académico de la UNAM, Ernesto Priani; José Antonio Merlo Vega, Director de Bibliotecas y Profesor de Biblioteconomía en la Universidad de Salamanca, y también Alexis de Greiff, Director de la Red de Bibliotecas de Colombia. En esta mesa que tuve el privilegio de moderar, tratamos de manera muy general los retos a los que nos enfrentamos en las bibliotecas cuando del libro electrónico hablamos.
Alexis de Greiff apunto algo que quizá muchos pierden de vista cuando hablamos de libros electrónicos en bibliotecas: las bibliotecas vemos a los usuarios como ciudadanos, mientras que las editoriales y los distribuidores los ven como clientes y es quizá de esta visión tan distinta que se tiene del usuario que parten los problemas a los que nos enfrentamos en bibliotecas; sin embargo, como bien señalara Jesús Pradells, las editoriales están perdiendo de vista el gran potencial económico que representan las bibliotecas a las editoriales, si se toma en cuenta las cerca de 800 mil descargas de libros electrónicos en un semestre (tan sólo en Europa), las ganancias que éstas generarían si se multiplicaran por un centavo (por poner un ejemplo burdo) resultan por demás interesantes para las editoriales. A lo anterior se sumó José Antonio Merlo, quien mencionó el alto porcentaje de compras que realizan los usuarios una vez que han leído un libro electrónico en la biblioteca.
Por su parte, Ernesto Priani mencionó que las bibliotecas no deben dirigirse en una sola vertiente de adquisición y negociación de licencias y que debemos apropiarnos nuevamente de los libros y que las bibliotecas se conviertan en las propias generadoras de los contenidos que ofrecen, un buen ejemplo de ello resultó ser el trabajo de sus alumnos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM que comparten en Facebook sus acervos personales, lo que ayuda no sólo en la disminución de costos, sino también en la adquisición con base en demandas reales de información de los mismos alumnos.
Sin duda, esta mesa y muchas otras, dejaron en el tintero muchos temas pendientes, tantos como el mismo libro electrónico debe resolver conforme se vaya desarrollando históricamente y, como mencionara Mónica Nepote, directora del Programa Cultural Tierra Adentro, cada tema requeriría quizá de un simposio exclusivo para poder tratarlos con el suficiente detenimiento. Pero no quiero dejar pasar la oportunidad de invitarlos a que compartan en este espacio las dudas, inquietudes y comentarios que tengan sobre la mesa que tuve el honor de moderar y con gusto la haré llegar a los participantes.
Aprovecho también para agradecer a Ricardo Cayuela, titular de la Dirección General de Publicaciones del Conaculta, y a Marina Nuñez, Coordinadora General de la Dirección General de Publicaciones, la invitación a moderar esta mesa.
Foto vía: José Antonio Merlo
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