Apuntes a la charla “El libro después del libro”

libro después del libroEl día de ayer se presentó en la Biblioteca Vasconcelos el conversatorio El libro después del libro en el marco del ciclo Lo que no sabemos de… y como parte de la celebración de los 800 años de la Universidad de Salamanca. Una charla entre José Antonio Merlo Vega, profesor y director del Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Salamanca y experto en el tema, y Daniel Goldin, director de la Biblioteca Vasconcelos en la que se expusieron algunos puntos más que interesantes sobre el libro electrónico y la lectura, puntos que quiero compartir acá con algunas reflexiones extras:

¿Qué es un libro? Ante todo es un objeto donde se materializa una creación. Con la llegada del libro electrónico cambia la materialización y posibilita además que cualquiera sea creador. Ya no es necesaria la mediación.

Es importante entedender que el antes no está peleado con el hoy ni con el mañana. Se debe respetar pasado, presente y futuro. Estamos asistiendo a una era en la que existe una convivencia de formatos y en el que el tipo de formato será idóneo para el tipo de lectura, el fondo no debe ser marcado por la forma. Pensemos por ejemplo que el libro electrónico tiene una gran penetración en las publicaciones académicas; mientras que la edición impresa sigue teniendo un nicho importante en el álbum ilustrado, el cómic y la novela gráfica.

Y en este mismo tema quiero detenerme un poco más: cuando se ensalza el raído argumento del olor y/o el tacto de libro impreso como ventaja frente al libro electrónico realmente estamos acudiendo a clichés que no aportan a la reflexión, no hablan realmente de la experiencia lectora y mucho menos de la sensorial. La experiencia sensorial de lectura, que nada tiene que ver con el olor o el tacto, sólo es válida con ciertos libros como el álbum ilustrado o los libros de arte, en el que un minucioso trabajo editorial, de la mano de un gran ilustrador y una gran historia permite, efectivamente, un disfrute no sólo ligado al papel, sino a la ilustración, a la maquetación, al papel, a la paleta de color, a la portada, a la encuadernación y, desde luego, al contenido. Esta experiencia sensorial de lectura, por más que lo mencionen los amantes del olor del libro, difícilmente se puede encontrar en una edición de bolsillo o tantas otras ediciones impresas aunque estén encuadernadas en pasta dura. Aquí me viene a la mente Tigre de mar y otros cuentos para soñar de Nanette Newman, Terry Jones y Michael Foreman, un ejemplo muy claro en el que, como pocos, es muy difícil o casi imposible pensarlo en otro formato que no sea el impreso. Otros ejemplos similares son Armstrong: el increíble viaje de un ratón a la luna de Torben Kuhlman, el Animalario universal del Profesor Revillod de Javier Saez o El arenque rojo de Gonzalo Moure. E incluso estos ejemplos de libro impreso son una muestra clara del libro después del libro.

Está cambiando la forma como se edita, se publica y distribuye. Sin embargo, el mundo editorial aún no ha sabido adaptarse al nuevo formato y es por ello que quizá empresas que otrora no tenían nada que ver con el mundo de la edición, como es el caso de Amazon o Apple, hoy en día se están comiendo el mercado. La infraestructura aún funciona para libro impreso y aún falta mucho para abrir paso a las ediciones electrónicas.

Las librerías son otro sector de la cadena que tiene que aprender a venderse de otra manera. Puede que no nos guste el monopolio de Amazon, sin embargo, debemos entender que ellos han sabido aprovechar un nicho al que los canales tradicionales no han logrado adaptarse.

Y en este momento que estamos viviendo al libro después del libro, es el momento idóneo para desidentificar a la biblioteca con el libro. Es momento de desacralizar el libro y la biblioteca. Las bibliotecas van mucho más allá del libro y deben de ser un espacio para la gente. Pensar que la biblioteca es igual a libro, es tan absurdo como pensar el libro sólo en función de novela y de impreso, y quienes así lo hacen no saben que ya están naciendo bibliotecas sin estantes y sin libros, pocas, sí, pero ya están surgiendo esos espacios para la gente.

Hubo dos temas que quedaron en el tintero o que fueron mencionados muy someramente y que, sin duda, requerirían otra charla, pero también son dos temas que deberían dirigir la discusión sobre el libro electrónico, importarnos y ocuparnos, al menos al gremio bibliotecario: 1) Los DRM que constriñen a los lectores y bibliotecas a leer de forma cerrada y marcada por un editor o un distribuidor aterrado que, como ya vimos, no se está adaptando del todo bien a la llegada del libro electrónico, 2) La obsolescencia de formatos nos enfrenta a una futura pérdida de información, aunque en este punto, como lo mencionó Merlo, las bibliotecas y los libros se queman, se inundan, se bombardean, se pierden, y de eso hemos visto ya bastante a lo largo de la historia.

Finalmente, un último apunte que a veces me da la impresión que los que están en contra del libro electrónico no quieren oír: el libro electrónico no va a hacer desaparecer al libro impreso, y tampoco se trata de estar a favor o encontra de alguno. Vivimos en una época privilegiada en la que no debemos despreciar la oportunidad de beneficiarnos de ambos mundos.

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