Los libros electrónicos y el medio ambiente

Impacto ambiental ebookImagen vía: Environmental impacts of e-books

Además de la posibilidad de cargar cientos de libros en un sólo dispositivo, de la disponibilidad inmediata de un libro en cualquier lugar y momento, de cambiar el tamaño del texto y adecuarlo a nuestras dioptrias y vista cansada, el medio ambiente ha sido también un buen argumento para promover el uso de e-books; sin embargo, siempre ha quedado pendiente demostrar si los libros electrónicos y el medio ambiente son realmente llevaderos.

Por ejemplo, con los libros electrónicos nos ahorramos la tala de árboles y desaparición de áreas verdes a nivel mundial pero, ¿qué ocurre con la basura tecnológica resultante de dispositivos que se cambian casi anualmente? Eso sin contar la energía que utilizamos en cargar las baterías de tabletas, computadoras portátiles, e-readers y teléfonos celulares. Lo anterior nos lleva irremediablemente a la pregunta pocas veces respondida, ¿son los libros electrónicos realmente amigables con el medio ambiente? Por otro lado, aunque los libros impresos se vean como amigables con el medio ambiente, es necesario analizar qué pasa con los cientos de miles de ediciones anuales que quedan en las bodegas de editoriales y librerías, ¿el papel de todos estos libros se recicla?

Gracias a Universo Abierto llego a Environmental impacts of e-books un reporte elaborado por The Green Press Initiative donde se trata de dar respuesta a estas interrogantes y se hace una revisión de otros estudios que abordan el mismo tema, poniendo especial atención en los e-readers dedicados y las tabletas.

En resumen, mientras que para los libros impresos es posible medir el impacto en el medio ambiente, no es posible hacerlo para los dispositivos de lectura, ya que el impacto depende en gran medida del uso que cada persona de a estos dispositivos. Por ejemplo, un usuario que lea 100 libros electrónicos tendrá casi una centésima parte del impacto frente a otra persona que lea sólo un libro en el mismo dispositivo.  De igual manera, aunque dos personas lean la misma cantidad de libros electrónicos el impacto ambiental será distinto si uno de ellos cambia anualmente de dispositivo, mientras el otro lo cambia cada 4 años.

Por otro lado, dado que niguna de las grandes fabricantes de dispositivos móviles como Amazon, Barnes & Noble y Sony han proporcionado información al respecto, resulta complicado medir el impacto. Apple, a diferencia de las tres anteriores es la única empresa que proporciona información y dice que es responsable de 130 kg de carbón equivalente a los gases de efecto invernadero por cada iPad o lo que es lo mismo 287 libras, en comparación con un libro impreso que es responsable de 8.85 libras de carbón.

Pero además de los gases de efecto invernadero, también existen los materiales con los que están fabricados los e-readers y tabletas: plástico, metal, cristal y otros minerales cuya obtención puede tener un impacto social negativo, como es el caso de la columbita y la tantalita.

Un tercer punto que debemos analizar en este estudio es el destinado al reciclaje y aunque en ambos formatos sea posible reciclar tanto papel como componentes, en ninguno de los dos casos se tiene la seguridad de que se esté realizando o que se haga de forma correcta; por ejemplo, para el caso de los libros impresos debemos preguntarnos cuántas toneladas de papel de los libros no vendidos se destinan a reciclaje e impresión de nuevos libros y cuántas toneladas se quedan engrosando las bodegas de las editoriales; por su parte, para los dispositivos de lectura y tabletas, los fabricantes aseguran que reciclan los componentes, pero esto significa en su mayoría envíar el dispositivo a países subdesarrollados para que los trabajadores desmonten el aparato en condiciones inseguras exponiéndose a materiales tóxicos.

Aunque el estudio no es concluyente y, como se menciona al principio, resulta complicado medir de forma estandarizada el impacto ambiental, todo parece indicar que la balanza se inclina en favor del libro impreso, aunque quizá valga preguntarnos qué pasará a la larga cuando nos quedemos sin árboles para talar. Creo que ningún formato es realmente amigable y aunque llevamos siglos utilizando libros en papel aparentemente sin problemas, el siglo XX y lo que llevamos de este se han caracterizado por un desmedido consumo que hacen insostenible el argumento de que el uso del papel es más amigable. Independientemente del formato que utilicemos para leer, es indispensable moderar nuestro consumo y aprender a reciclar.

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