Algunas reflexiones sobre el audiolibro

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Imagen vía Audible y Rich Lee

Esta mañana, mientras escuchaba una charla sobre producción de audiolibros me brincaron algunas cosas que se mencionaron y que nos dan cuenta de la concepción tan arraigada y aceptada sobre la lectura, la literatura y los lectores frente a este formato y que difícilmente ponemos en entredicho. Y como no quiero dejar pasar de largo estas reflexiones sobre el audiolibro, se las comparto en este post:

Algunas reflexiones sobre el audiolibro: es un formato nuevo

En realidad no, como lo comentaba en mi hilo de twitter, si consideramos las primeras producciones pensadas para los veteranos ciegos de la Primera Guerra Mundial estamos hablando de poco más de 100 años. Si consideramos Mary Had a Little Lamb, el poema que en 1877 grabó Edison en su fonógrafo, invención que de hecho fue pensada para producir “libros que hablan”, entonces estamos hablando de un formato con más 144 años de existencia.

De hecho, si pensamos en la tradición oral, previa a la escritura, entonces quizá estemos hablando de un ancestro milenario del audiolibro. 

El audiolibro como una forma de acercar a los jóvenes a la lectura y alejarlos de las pantallas

Mal enfocado. Sin duda el audiolibro es un formato atractivo que está acercando a muchas personas a la lectura, pero es importante entender que vivimos en una época donde la transmediación nos hace saltar del audio, al video, al escrito, a la conversación hablada o escrita, y en todos estos formatos existe narrativa. Tuiter con tuits de audio, Spaces como chats de audio y Fleets para subir videos; ClubHouse que transforma el chat escrito, en chat de audio; Instagram con Stories; Telegram y Whatsapp que añaden audio, llamadas y video; podcast de audiolibros; podcasts literarios, etc.

Por otro lado, afirmar que el tiempo destinado a las pantallas es necesariamente malo y quererlo combatir con audiolibros o con libro impreso es volver a ese discurso arraigado de que sólo leer es bueno y además de que sólo se lee el libro impreso.

De hecho, actualmente hay varias propuestas muy interesantes para llevar libros a las pantallas aprovechando todas las bondades de éstas. Piboco, una app de la que ya hablé anteriormente, musicaliza, anima y agrega narración al álbum ilustrado, además musicaliza y anima libros silentes, dando como resultado libro álbum en pantalla aprovechando toda la transmediación, en lugar de estar peleada con las pantallas. 

Narradores profesionales vs voces mecanizadas

Enfrentar lo humano y lo mecanizado y afirmar que un audiolibro narrado por un profesional (actor o mediador) es necesariamente mejor, no contempla que muchos lectores de este formato prefieren precisamente la voz mecanizada porque consideran que la voz del narrador interfiere en su lectura personal y el monologo interior que realiza el lector. 

Esta es una de las discusiones más antiguas que se tiene sobre el audiolibro, principalmente entre lectores ciegos y débiles visuales. Muchos veteranos ciegos de la Primera Guerra Mundial en un inicio rechazaron al nuevo formato precisamente por este motivo. Así que las voces mecanizadas aún tienen mucho que aportar, especialmente en un momento donde son cada vez más humanizadas y están teniendo un boom importante gracias a los asistentes de voz como Alexa o Siri.

Todos los libros se pueden llevar al audiolibro

O al menos toda la ficción literaria, se afirmó. Irremediablemente me viene a la mente la literatura infantil en la que la ilustración juega un papel fundamental que hace muy complicado llevarlos al audiolibro, es cierto que hay propuestas interesantes como la ya mencionada Piboco. Pero hay libros que no se pueden traducir en audiolibro.

Si bien es cierto que el cómic ha encontrado gran cabida en el cine, considero que es un género que difícilmente se puede llevar de manera exitosa al audiolibro. Aunque, por ahí se dice que Marvel y Dreamscape Media (una empresa que produce audiolibros) llegaron a un acuerdo para llevar al audiolibro algunos de los cómics de Marvel. En realidad, no he dado seguimiento a esta nota por lo que no les puedo decir si se concretó de forma exitosa o simplemente se concretó, pero mi querida Áurea Esquivel planteó acá algunas consideraciones importantes.

El audiolibro como una extensión del libro impreso

Sí y no. Sobre este tema hay muchísimo que reflexionar:

Actualmente las plataformas de distribución de audiolibros están apostando fuertemente a producción original en este formato, es decir, historias que nacen directamente como audiolibros y que dependiendo del éxito, pueden ser llevadas al libro. Además, como lo mencionaba anteriormente, vivimos en una etapa de transmediación tan fuerte que difícilmente podemos afirmar que un formato es extensión del otro. 

Por otro lado, si consideramos que los cuentos de hadas, que los hermanos Grim nos pusieron en libro y Disney en la pantalla grande, tienen sus orígenes en la tradición oral, entonces vemos claramente que el libro puede verse en muchos casos como extensión de la tradición oral.

Pues eso, sobre el audiolibro, las prácticas lectoras y los lectores hay muchísimo que reflexionar y no dar cosas por sentado. Aprovecho para dejarles por acá la charla que tuvimos Áurea y yo sobre este mismo tema. 

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