Como cada 4 de julio estamos celebrando el Día Mundial del Libro Electrónico 2024.
Y aunque la llegada del libro electrónico es todo un suceso en el desarrollo histórico del libro, quizá equiparable con la llegada de la imprenta de Gutenberg hace más de cinco siglos, cuesta trabajo hablar de celebración cuando Internet Archive se ha visto obligada a retirar más de 500,000 libros electrónicos de su biblioteca de préstamo digital (entre los que se incluyen más de 1,300 libros prohibidos en bibliotecas) debido a la demanda que está enfrentando con Hachette Publishing Group y otras editoriales como Harper Collins, Penguin Random House y Wiley.
Michael Stern Hart (1947-2011), quien es considerado el padre del libro electrónico, quizá nunca imaginó las barreras de acceso que impondría la industria editorial ante este formato, cuando fue precisamente el sueño de que los libros fueran de acceso libre y gratuito para todos lo que lo movió a distribuir en archivo digital la Declaración de Independencia de Estados Unidos un 4 de julio de 1971.
Por cierto, siempre me gusta mencionarlo, en aquel entonces no existían los escáneres, así que para la creación del archivo digital, Stern-Hart tuvo que teclear toda la Declaración en la computadora de la Universidad. Esto, además de marcar el nacimiento del libro electrónico, también marcó el inicio del Proyecto Gutenberg, la biblioteca digital libre y gratuita más antigua que a la fecha cuenta con más de 70,000 libros gratuitos que son producidos, subidos y corregidos por una red de voluntarios en todo el mundo.
Volviendo al Día Mundial del Libro Electrónico, esta fecha fue propuesta en el 2014 por iniciativa de Overdrive, una de las plataformas de préstamo digital más importante a nivel mundial, como una manera de fomentar el uso de acervos digitales.
Así que hoy precisamente se cumple una década de conmemorar esta fecha. Sin embargo y como lo menciono al inicio de este post, es difícil hablar de fomento cuando el acceso a estos materiales está tan restringido, cuando los lectores no son dueños de los libros que “adquieren” y por tanto no los pueden regalar, revender o donar, cuando no hay certeza del destino de cientos de miles de bibliotecas digitales personales una vez que el dueño ha fallecido.
Y las bibliotecas lo tienen aún más complicado al momento de dar acceso debido a las prácticas leoninas que les imponen las editoriales y de las que ya también les he platicado en numerosas ocasiones: periodos de embargo, altos costos, licencias que agotan los presupuestos de las bibliotecas, publicaciones exclusivas en plataformas comerciales, demandas como la que enfrenta Internet Archive, negativa al Préstamo Digital Controlado para la preservación y difusión de sus materiales, etc.
Sin duda la llegada del libro electrónico hace 52 años marcó un hito en la historia del libro y de la lectura; nos enseñó y nos confirmó que se lee de muchas maneras, permitió leer de manera distinta a lectores que no pueden acceder al formato impreso; pero también nos mostró que ese mismo acceso que busca no es un sueño fácil de lograr.
Pero ya que estamos celebrando, creo yo que una buena manera de hacerlo es firmando la petición Let Readers Read: An Open Letter to the Publishers in Hachette v. Internet Archive en Change.org
Pues eso, ¡a celebrar!