¿Los libros de texto electrónicos son una verdadera opción educativa?

¿Los libros de texto electrónicos son una verdadera opción educativa?

No deberíamos saltar a una nueva tecnología simplemente porque presenta ventajas; sólo el tiempo y los estudios mostrarán sus desventajas, así como el valor de lo que hemos dejado atrás.

Es lo que nos dice Justin B. Hollander en Long live paper, un artículo por demás interesante publicado hace unos días en The New York Times a manera de respuesta al llamado de Arne Duncan, Secretario de Educación de Estados Unidos, para migrar lo antes posible hacia libros de texto en formato electrónico pues los impresos pronto serán materiales obsoletos. El secretario Duncan agrega que países como Corea del Sur van incluso un paso adelante de los Estados Unidos en materia de educación on-line, y sugiere que la adopción de estas tecnologías no debe limitarse a digitalizar los libros de texto ya existentes.

En fin, que las declaraciones de Duncan levantaron ámpulas entre varios sectores de aquel país incluyendo, como les comentaba al inicio de este post, a Hollander, quien asegura que Duncan está amenazando una tecnología probada durante siglos, el papel, que  además ha sido la base de uno de los grandes sistemas educativos del mundo; mientras que las nuevas tecnologías aún no han demostrado su efectividad real y, por el contrario, pueden ser peligrosas para la educación. Agrega al final del artículo:

Lo que nos trae de vuelta al papel, es su fuerza y poder de permanecer miles de años, el papel puede preservar información sin los problemas que solemos encontrar cuando nuestro amado conocimiento está almacenado en un disco floppy o perdido en algún lugar de ‘la nube’.

Bien, totalmente de acuerdo en que uno de los principales problemas que enfrentamos hoy en día  con ‘la nube’ y, en general, con los libros electrónicos y con la información, es el relacionado con el almacenamiento y permanencia a través de los años. Pero, ¿esto nos da motivo suficiente para pensar que es un peligro? Seguramente sí, pero ¿esto es suficiente para no avanzar y buscar alternativas? Definitivamente no.

Nadie tiene la respuesta a ciencia cierta sobre las ventajas o desventajas del libro electrónico; si bien se han realizado estudios, aún no hay datos concluyentes para inclinar la balanza hacia uno de los lados. Algunos estudios aseguran que internet, la lectura en pantalla y las nuevas tecnologías, afectan el funcionamiento de nuestros cerebros y  modifican nuestras habilidades; sin embargo, seguimos sin saber hasta qué punto esto es positivo o negativo y lo único que obtenemos con certeza es que la forma como leemos, aprendemos y vivimos se está modificando.

Y esto, tampoco es nuevo, la imprenta también sentó en su momento las pautas para pasar de leer en voz alta, a lecturas en silencio; el surgimiento de la escritura, modificó nuestro lenguaje; y la radio y la televisión estandarizaron en su momento la manera como nos comunicamos.

Por cierto, que también argumenta que a pesar de la utilidad de las nuevas tecnologías, la gente está volviendo a las viejas y pone como ejemplo, el regreso de la polaroid o de los discos de vinyl. En esta defensa aguerrida por el papel, Hollander olvida dos cosas:

  1. Los que están volviendo a estos viejos formatos no son masas, sino grupos selectos. No son una muestra representativa de que cualquiera de las dos tecnologías supere a la otra.
  2. ¿Hasta qué punto lo hacen por nostalgia? si bien es cierto  que el sonido de un disco de acetato es el más fiel de todas las tecnologías existentes (llámense CD, Cassette, mp3, etc.), los que están regresando a este formato lo hacen porque es mejor o por mera nostalgia. No dudo que los melómanos lo hagan por la calidad del sonido, pero ¿regresar a la polaroid la hace necesariamente mejor a los archivos RAW de la foto digital? Ni mejor, ni peor, simplemente distinta; además, no olvidemos que en las polaroid al no ser un negativo, es realmente sencillo que las imágenes se pierdan. Así que hablar de permanencia con estos formatos, tampoco puede darse por sentado.

Nadie puede negar la utilidad del papel y, al igual que Hollander, creo que es un error llamarlo obsoleto; pero tampoco se puede negar que estas tecnologías son ventanas para más estudiantes y permiten ahorrar dinero al actualizar materiales, sin necesidad de nuevos tirajes. Por no mencionar, las posibilidades de una educación interactiva, donde el profesor más que tener la verdad absoluta, es un mediador y guía, y donde los textos van más allá de una letra plana y pueden mostrar a estudiantes, por ejemplo, a través de un video, el proceso de  partición celular, en lugar de texto y esquemas.

Creo que no se trata de estar a favor o en contra de uno y otro; sino de aprovechar lo que nos ofrecen. Libros con información actualizada en tiempo real no suenan tan mal, después de todo. Una manera distinta de enseñar y aprender interactiva, tampoco. Por cierto, volviendo a la cita que abre este post, ¿cómo vamos a conocer las verdaderas ventajas y desventajas de las tecnologías, si no saltando a ellas y usándolas?

Deja un comentario