Hace algunos días que tenía pendiente compartirles la nota Stephen Marche: ‘This is a book you cannot read on a Kindle’ publicado en The Globe and Mail y que nos habla sobre la publicación de Love and the Mess We’re In de Stephen Marche, publicado por Nova Scotia Press y que, de acuerdo con la orgullosa autora, no puede leerse en un Kindle y agrega:
No es posible hacerlo. Es un libro físico y la experiencia de tenerlo entre las manos es integral a su realidad.
La tipografía y la organización de los textos hacen si no imposible, si muy complicada no su digitalización, sino su presentación y visualización en un formato electrónico, al menos para aquellos dispositivos que utilicen tecnología eInk.
Imagen vía: The globe and mail
Y vamos, que como libro de colección, me parece una idea por demás interesante y no niego que me gustaría tener un ejemplar en mis manos.
Sin embargo, la promoción no se si me encanta. Considero que en esta lucha absurda de lo impreso vs lo digital, el olor del papel vs el tacto frío de la pantalla y tanta solemnidad en torno a lo que esperamos que sea un libro, el autor pierde de vista que a lo de debería apostar con su obra es a que sea leída, después de todo eso es lo que quiere cualquier escritor, ¿o no?
La experiencia de leer un libro es algo de lo que ahora estamos mucho más conscientes, nos interesa el tocarlo. Así que cuando la gente ve este objeto hermoso para tomarlo entre sus manos, tiene cierta resonancia que probablemente no tenía hace cinco o tres años.
Y bueno, esperaría yo que un autor apuntara a hacer el libro más hermoso tanto en forma, pero especialmente en contenido y no concebirlo específicamente para ir en contra de un formato porque lo que se logra es únicamente hacer un “libro bonito” que el libro como objeto de arte siempre ha existido, aunque tampoco podemos negar que se están haciendo algunos libros enriquecidos que aprovechan las posibilidades del formato electrónico de maneras nunca antes imaginadas.
Como ya lo dije, que no dudo que sea, efectivamente, un libro hermoso y tampoco voy a negar que sí, me gustaría poder hojear uno; pero insisto, la forma de venderlo no me convence.
No puedo estar más de acuerdo contigo Verónica. Uno debería estar orgulloso de lo que hace, sin más. Por lo demás, ni siquiera es tan novedoso este tipo de edición. El universo editorial está plagado de ejemplos de libros irreproducibles en un dispositivo e-ink, empezando por los experimentos de los dadaístas.
Y todos tienen en común la frase de McLuhan: “El medio es el mensaje”. Cuando el propio medio es el mensaje, uno asume implícitamente que ningún otro medio es adecuado para su transmisión, pero no hace de ello su caballo de batalla. Si Chillida se hubiera molestado cada vez que se fotografiaba una escultura suya, no habría vivido. Y las esculturas de Chillida solo se pueden experimentar plenamente en vivo.
Cuando uno afirma que su obra no puede ser reproducida en un Kindle, su búsqueda de notoriedad se hace patente, lo que la convierte en una verdad de perogrullo. Allá cada cual.
Pensaba que iba a jugar un poco más con el aspecto físico del libro: texturas, huecos, desplegables… simplemente cambiar la composición no va hacer imposible su reproducción en eInk. Si se puede pasar a PDF, o a imagen, como tú estás haciendo aquí, se puede reproducir (con mayor o menor calidad) en un lector de ebooks.