La llegada del mes de mayo nos recibió con la noticia de que Overdrive, una de las empresas líderes a nivel mundial de préstamo digital a bibliotecas y escuelas, registró 4 mil millones de préstamos digitales de libros electrónicos y audiolibros en sus 92,000 bibliotecas, escuelas y organizaciones en 115 países.
Como lo señalan en el blog de Overdrive, el primer préstamo ocurrió en 2003, les tomó cuatro años prestar su primer millón de libros y esperar hasta el 2018 para llegar a sus primeros mil millones de préstamos. Lo que nos dejan ver estos números es que los préstamos digitales en las bibliotecas han ido a la alza. Tan sólo en 2023 se realizaron 662 millones de préstamos, lo que representó un 19% de crecimiento en comparación con los 555 millones de préstamos de libros, audiolibros y revistas en 2022.
El libro que hizo el honor de llevar a Overdrive a este significativo préstamo número 4 mil millones de préstamos digitales fue Crafty Birds editado por Kristy Conlin, un libro para elaboración de artesanías que fue solicitado por un usuario de la Calgary Public Library. Es también interesante ver un título que quizá para los puristas de las bibliotecas no entre en los estándares de lo que se “debe” leer en estos espacios. Sin embargo, nos da una perfecta muestra de la diversidad de intereses y usos de las bibliotecas.
Estos 4 mil millones de préstamos digitales son también una muestra importante del papel de las bibliotecas como punto de acceso al libro digital y al audiolibro. Mientras hay algunos estudios que sugieren que después de la pandemia se ha ralentizado el uso del libro electrónico, es curioso que en las bibliotecas se reporten incrementos constantes para estos materiales.
Y aunque Overdrive es una plataforma para distintos tipos de bibliotecas, escuelas y otras instituciones, lo cierto es que son principalmente las bibliotecas públicas las que han impulsado este incremento en los préstamos. En el blog se mencionan algunos ejemplos.
Sin duda, y como cada vez que veo este tipo de información, las editoriales deberían prestar mucha atención sobre la manera en que las bibliotecas son una ventana de exposición importante para sus publicaciones y no una amenaza para los derechos de autor como han querido argumentar para justificar prácticas leoninas hacia las bibliotecas, por ejemplo, los periodos de embargo, los tipos y costos de las licencias, etc.