A pesar de que se han realizado diversos estudios para tratar de entender lo que sucede realmente con el cerebro frente a la lectura en pantalla y si existen diferencias con la lectura en impreso, lo cierto es que no podemos aún dar resultados que respondan claramente a las preguntas ¿comprendemos mejor cuando leemos en impreso que cuando leemos en pantalla? ¿nuestros cerebros tienen una actividad distinta y se desarrollan de forma diferente dependiendo del formato de lectura?
Resulta imposible determinar si es mejor o no la lectura de libros impresos vs la lectura en pantalla, lo que sí podemos hacer es concluir que cada tipo de lectura estimula distintas áreas de nuestro cerebro y por tanto debemos entender que son lecturas distintas. Ya en algunas entradas como ¿Afectan los libros electrónicos nuestra memoria? y ¿Cómo internet cambia el funcionamiento del cerebro? había hablado sobre esto, en ambos artículos menciono más o menos lo mismo: no se lee mejor ni peor, se lee distinto y cada tipo de lectura nos demanda distinta actividad cerebral.
Y a pesar de que no es posible determinar cuál de las lecturas es la mejor, es importante cuantificar e identificar las diferencias entre ambas. De acuerdo con el artículo El cerebro lector en la era digital, escrito por Valentín Muro y que hace eco del artículo The reading brain in the digital age: the science of paper versus screens publicado en Scientific American, se analizan algunos estudios que explican precisamente estas diferencias de las que les he venido hablando.
Por ejemplo, un libro impreso permite al cerebro lector una ubicación espacial (página izquierda y derecha, grosor del libro, principio y final, etc.), mientras que las pantallas sólo le permiten tener una idea de una longitud; por tal motivo, es más probable que un lector de documentos impresos recuerde más una lectura y ciertos pasajes, a diferencia de los lectores en pantalla a quienes les cuesta un poco más de trabajo. Cabe aclarar, sin embargo, que en ambos tipos de lectura se está aprendiendo y comprendiendo aunque con diferencias mínimas; en la lectura de impresos, los lectores sabían las cosas, mientras que en la lectura en pantalla el lector tenía que volver al texto para recordar lo aprendido; sin embargo, esto no significa de ninguna manera que no esté aprendiendo.
De igual manera, este artículo nos muestra que la actividad cerebral varía dependiendo del formato de la lectura. Cuando alguien lee en pantalla, el cerebro debe procesar mucha más información, lo anterior se debe no sólo a los múltiples distractores que pueden venir en forma de notificaciones, mensajes de texto, redes sociales y correo electrónico, entre otras; sino también a que las pantallas retroiluminadas demandan un mayor trabajo del cerebro y, de hecho, el saltar de aplicación en aplicación y la multifuncionalidad están modelando también nuestro cerebro, aunque, nuevamente, es imposible determinar si de forma positiva o negativa.
En resumen, los impresos nos permiten enfocarnos, mientras que las pantallas nos hacen a saltar de una cosa a otra y, para ambos casos, la actividad cerebral es distinta y por tanto, la manera de comprender también.